sábado, 5 de noviembre de 2011

RAFAEL OLBINSKI



























































BIOGRAFÍA

Rafal Olbinski nació en Kielce, Polonia donde se formó en el Departamento de Arquitectura del Colegio Politécnico de Varsovia. En 1982 emigró a los Estados Unidos de Norteamérica, donde muy pronto se estableció como un prominente pintor, ilustrador y diseñador. Por su obra ha recibido más de cien importantes premios incluyendo las medallas de Oro y Plata del Club de Directores de Arte de Nueva York y también las medallas de Oro y Plata de la Sociedad de Ilustradores de Nueva York y Los Angeles. En 1994 fue galardonado con el Oscar Internacional por ‘El Poster más Memorable del Mundo’ y el Premio Savignac en París. El mismo año recibió la distinción Revista Creativa a la Mejor Ilustración Británica en Londres. En 1995 su afiche, fruto de un concurso por invitación sancionado por un jurado a cargo del Alcalde Rudolph Giuliani, fue elegido como el Poster Oficial de ‘Nueva York, Ciudad Capital del Mundo’.


Siempre que se habla de un artista contemporáneo lo primero que se menciona es ¿Dónde ha expuesto? ¿Qué premios ha obtenido? ¿Quiénes son sus clientes? Etc. En los últimos sesenta años ha ocurrido un fenómeno en el que el campo laboral para los artistas se ha reducido, el arte ha perdido cierto valor y respeto en la sociedad, y muchos de estos artistas encontraron una oportunidad de expresión personal y laboral en la gráfica y la publicidad. La mayor generación de estos extraordinarios artistas se dio posterior a la segunda guerra mundial en Polonia. Es probable que el hecho de la persecución y el holocausto; la represión y migración obligada les hizo encontrar otras formas de expresar un sentir de una nación azorada por la tragedia. Estos grandes artistas se volvieron en los padres del contemporáneo, Viktor Worka, Henryk Tomaszewski, Tadeusz Trepkowski, Franciszek Stardwiejski y Roman Cieslewicz por solo mencionar algunos, que crearon mundos fantásticos, impresos en papel para ser pegados con engrudo en alguna esquina de Varsovia o Cracovia, tan llenos de colores, animales fantásticos, circos, sonrisas, flores y demás; tal vez como un escape a su cruda realidad de una nación devastada por la guerra, tal vez por buscar robar alguna sonrisa de algún transeúnte y por un instante mirar algo bello.
Esta tradición de hacer del cartel un medio expresivo, con significado social y cultural más allá del simple propósito publicitario, y tomando ciertos elementos comunicativos, tal vez influenciados por Savignac (el hijo pródigo de Toulousse Lautrec) hacen del cartel Polonés uno de los más significativos del siglo. 
Rafal Olbinski, nacido en 1946, estudio en el Politécnico de Varsovia e inició su carrera como cartelista, ilustrador y artista plástico y en 1981 emigra a los Estados Unidos en búsqueda de una oportunidad de continuar creando imágenes y muy pronto se estableció como artista y diseñador gráfico en Nueva York, donde hoy en día aun reside y enseña.
Su trabajo revela una clara influencia del surrealismo, de Magritte en particular, de Shigeo Fukuda en su manejo de las figuras o hasta de Escher en el claro estilo técnico de dibujar. Pero Olbinski de distingue de todos los cartelistas de la historia por su clara visión de que el hombre y sus sentimientos son la esencia principal del mundo. La contradicción de las emociones humanas, de lo que se piensa y lo que emociona. No oculta tampoco sus instintos ni su gusto por las bellas figuras de mujeres casi idílicas, tomadas de cuentos o sueños, y trata de manera muy eficiente de reflejar emociones, casi como si se hubiera quedado dormido escuchando “Norma o Turandot” y esas imágenes, entre alucinantes y verdaderas es lo que deja su pincel en sus lienzos. 
Aún hoy en día, en plena época de la tecnocracia global, Rafal Olbinski sigue haciendo sus obras e ilustraciones en formato grande, con pinceles, óleo y tempera, algo de pastel y algún detalle de lápices y sólo usa la computadora para descargar el archivo de su fotografía y mandar a imprimir; aun la tipografía la lace con pincel lo que demuestra su excelente manejo de técnica, conocimiento del oficio y capacidad de realización. No le teme a los colores ni a las formas, sus composiciones perfectamente equilibradas dejan al espectador una sensación de paz y calma al mirarlos. Pero siempre genera una interrogación, una cierta satisfacción visual pero con un dejo de duda como un ¿de qué estará hablando? Y eso hace el trabajo de Olbinski tan eficaz, porque crea un lazo de comunicación entre la obra y el observador.
Estas sensaciones de ver un mundo ligeramente bello de lo que es, y que nos hace cuestionarnos porque lo es, es lo que hace a Rafal Olbinski, un diseñador de un pequeño pueblo de Polonia, un verdadero artista; que nos transporta a la sensación de estar presente en el cuadro, o en el cartel, y nos seduce para seguir mirando.

Fuente. Suscriptora de Ricci Art.

Melan